La hipospadia es una patología congénita más frecuente que afecta a la formación del pene y la uretra, presentándose aproximadamente en 1 de cada 200 varones.
En la mayoría de los casos se desconoce su etiología, aunque se pueden asociar a diversos factores como factores hormonales, medicamentos, factores genéticos, tóxicos en el embarazo, además el hipospadias presenta un importante componente familiar.
El diagnóstico es puramente clínico, siendo la exploración física y la anamnesis la parte más importante para el diagnóstico adecuado. Cuando el hipospadias se presenta de forma aislada no es necesario la realización de más pruebas, pues no se asocia a otras malformaciones.
Diagnóstico de la Hipospadia
El signo fundamental del hipospadias es la localización del meato uretral en una posición más ventral, pudiendo encontrarse desde dentro del glande unos milímetros más abajo de lo normal, hasta en una posición escrotal o incluso perineal. Esta posición determina la gravedad del hipospadias y la posible técnica quirúrgica para la reparación. A parte de está posición ventral del meato uretral, el hipospadias también se caracteriza por un grado variable de incurvación peneana y un prepucio que no cierra completamente la circunferencia del glande. Pese a estos síntomas el hipospadias no cursa con dolor, molestias, dificultades para la micción, aumento de infecciones ni otra clínica.
Tratamiento de la Hipospadias
El tratamiento quirúrgico se realiza sobre el año de vida, hasta ese momento no se precisan cuidados ni tratamientos específicos, la técnica quirúrgica variará en función de las preferencias del cirujano pediátrico y la posición del meato, así como de la existencia o no de incurvación. En casos graves pueden ser necesarias dos cirugías o la obtención de tejido de otras partes del cuerpo para realizar la nueva uretra.
Esta cirugía se basa en realizar una nueva uretra y llevar el meato a su posición en la punta del glande, corregir la incurvación si la hubiera y reparar el prepucio, todo ello encaminado a lograr un aspecto natural del pene y glande y poder conseguir una adecuada fertilidad.
Lo más importante es una adecuada valoración y planificación por un cirujano pediátrico o un urólogo experimentados para alcanzar los mejores resultados y estar acompañados en todo momento.
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