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Cirugía de Testículo No Descendido en Niños: Cuándo y Cómo Intervenir

El testículo no descendido, también conocido como criptorquidia, es uno de los problemas urológicos más comunes en pediatría. Aunque en muchos casos se resuelve espontáneamente durante los primeros meses de vida, algunas situaciones requieren intervención quirúrgica para asegurar un desarrollo adecuado y prevenir complicaciones futuras.

Conocer en qué consiste esta afección y cuándo es necesario actuar es fundamental para garantizar la salud reproductiva del niño a largo plazo.

¿Qué es un testículo no descendido?

Durante el desarrollo fetal, los testículos se forman en el abdomen y, normalmente, descienden al escroto antes del nacimiento. Cuando uno o ambos testículos no logran completar este descenso, hablamos de criptorquidia.

Este trastorno puede afectar a:

  • Un solo testículo (unilateral), que es la forma más habitual.

  • Ambos testículos (bilateral), lo que ocurre en un porcentaje menor de casos.

El testículo puede quedarse en el abdomen, en el canal inguinal o en una posición anómala cercana al escroto.

¿Qué causas pueden originarlo?

Aunque en muchos casos la causa exacta no se conoce, algunos factores de riesgo incluyen:

  • Prematuridad (nacimiento antes de las 37 semanas).

  • Bajo peso al nacer.

  • Antecedentes familiares de criptorquidia.

  • Alteraciones hormonales durante el embarazo.

¿Cómo se diagnostica el testículo no descendido?

El diagnóstico se realiza principalmente mediante una exploración física por parte del pediatra o del cirujano pediátrico. En algunos casos, si el testículo no se palpa, puede ser necesaria una ecografía o incluso una laparoscopia diagnóstica para localizarlo.

Es importante realizar este diagnóstico en el primer año de vida para poder actuar a tiempo si el descenso espontáneo no se produce.

¿Cuándo se debe intervenir quirúrgicamente?

En la mayoría de los recién nacidos afectados, el testículo desciende espontáneamente durante los primeros seis meses de vida. Sin embargo, si el testículo sigue ausente en el escroto después de este tiempo, se recomienda la corrección quirúrgica entre los 6 y 18 meses de edad.

La intervención temprana es importante porque:

  • Mejora el potencial de fertilidad futura.

  • Disminuye el riesgo de tumores testiculares.

  • Facilita el seguimiento y autoexploración testicular en el futuro.

  • Evita problemas estéticos o psicológicos asociados a la ausencia testicular.

¿En qué consiste la cirugía de criptorquidia?

La intervención, denominada orquidopexia, consiste en localizar el testículo, liberarlo si está anclado a estructuras vecinas, y fijarlo de manera segura en el escroto.

Dependiendo de la localización del testículo:

  • Si es palpable, se realiza mediante una pequeña incisión inguinal.

  • Si no es palpable, se suele realizar una laparoscopia para buscarlo dentro del abdomen.

La cirugía es habitualmente ambulatoria y el niño puede volver a casa el mismo día.

Recuperación tras la cirugía

El postoperatorio de una orquidopexia suele ser sencillo. Algunas recomendaciones incluyen:

  • Evitar actividades deportivas intensas durante las primeras semanas.

  • Mantener una correcta higiene de la zona operada.

  • Administrar la medicación analgésica prescrita para controlar las molestias leves.

Las revisiones posteriores permitirán comprobar que el testículo permanece en su nueva posición y que evoluciona adecuadamente.

¿Qué riesgos existen si no se trata?

Si un testículo no descendido no se corrige a tiempo, pueden aparecer problemas como:

  • Mayor riesgo de infertilidad en la edad adulta.

  • Mayor probabilidad de cáncer testicular.

  • Hernias inguinales asociadas.

  • Mayor vulnerabilidad a traumatismos testiculares.

Por ello, el seguimiento y tratamiento precoz son fundamentales para prevenir complicaciones.

Conclusión

El testículo no descendido es una condición frecuente que, si se detecta y trata a tiempo, tiene una excelente evolución. La cirugía del testículo no descendido temprana permite preservar la función testicular y minimizar riesgos futuros.

Ante cualquier sospecha, es fundamental acudir a un cirujano pediátrico experimentado.

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